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1995, cuando la biomasa no era bien recibida en la Montaña Palentina

Hace unos meses, la empresa de energías renovables Forestalia anunció su intención de construir una planta eléctrica de biomasa en la Montaña Palentina. A pesar de las dudas e incertidumbres que ha generado el proyecto, y de que incluso se llegara a decir que el proyecto no era viable, algo que ha desmentido la compañía, la noticia generó una gran ilusión en Guardo, la localidad donde se procederá a su instalación.

Los vecinos de la comarca creen que la llegada de esta planta puede ser, por lo menos en parte, la solución a los problemas de desempleo de la zona, sobre todo con la amenaza del posible cierre de la central térmica de Velilla del Río Carrión por parte de Iberdrola por motivos "medioambientales". Así que en estos momentos se espera con muchas ganas la llegada de Forestalia. Pero no siempre la Montaña Palentina ha recibido con los brazos abiertos a los proyectos para generar energía eléctrica mediante la biomasa, es decir, mediante restos vegetales.

En 1995, otra empresa proyectó en Salinas de Pisuerga la que estaba llamada a ser la mayor planta de este tipo de España, pero nunca se llevó a cabo. En un momento en el que este tipo de energía era ampliamente desconocida por la ciudadanía, la iniciativa empresarial generó un gran rechazo social con los argumentos de que esa industria provocaría "altos índices de contaminación en la ¡comarca, supondrá la pérdida de puestos de trabajo y generará descontento social en la zona".

La polémica fue tal que llegó incluso a la prensa nacional. "El clamor popular dura ya, varios meses y ha llegado al Gobierno y las Cortes de Castilla y León, y a las universidades de Valladolid y Salamanca. La coordinadora constituida en Aguilar de Campoo para oponerse a la central considera un "disparate" colocar una central de 35 megavatios, que necesitará 750 toneladas diarias de materia prima para funcionar. "¿De dónde lo van sacar?", se preguntan. Y temen que los bosques salgan mal parados", recogía una información del diario El País publicada aquel verano.

Los vecinos tuvieron el apoyo del Ministerio de Industria, que consideraba inviable una central de esas características en Palencia y añadían que con esa potencia sólo existían en los países nórdicos o Estados Unidos, donde los bosques son mucho mayores. Los argumentos eran muy parecidos por parte de los ecologistas, pero el director general de la Sociedad General de Biomasa de Castilla y León tenía una idea completamente opuesta y contraatacaba con el argumento de que "la mayoría del pueblo de Salinas de Pisuerga apoya la planta, porque creará trabajo en una zona deprimida" y decía que en Castilla y León había "restos vegetales para dos plantas como ésta".

La tesis de la empresa eran apoyadas por la Junta de Castilla y León, que veían la biomasa como "un punto de desarrollo económico para la zona" que incentivaría la limpieza de bosques como prevención de incendios forestales. Finalmente, fue el propio consejero de Medio Ambiente, Francisco Jambrilla, el que presentó un informe contrario a su construcción porque los restos forestales en la zona tan solo eran un 1% de los que calculaba la empresa.

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