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Brañosera y el Valle de Los Redondos cumplen con la ancestral tradición de La Mojonera


Brañosera y el Valle de Los Redondos volvieron a cumplir el pasado fin de semana con La Mojonera, una tradición ancestral que se repite cada nueve años y cuyo origen se remonta a un pleito por los pastos del año 1575. Los vecinos de las localidades de Santa María de Redondo, San Juan de Redondo y Brañosera recorrieron una treintena de mojones situados en los entornos del Sel de la Fuente y compartieron una jornada de convivencia.

El recorrido de la Mojonera es una vieja costumbre que tiene un doble fin. Por un lado ratificar las fronteras entre ambos municipios y por otra manifestar que esta separación significa una unión amistosa y fraternal. La Sierra está invadida por un elevado número de mojones, de distinta forma y tamaño que son los que separan los territorios de cada municipio. Es frecuente, que los animales de pasto, invadan el territorio vecino; por eso es necesario que periódicamente se verifiquen los límites y se respeten los derechos del vecino. Desde un principio estos límites se revisan cada nueve años por las autoridades de los pueblos interesados y el Sr. Notario de Cervera de Pisuerga, levanta el acta. Al Sr. Notario le pagan los honorarios alternativamente ambos municipios.

Cada municipio, solía llevar a recorrer las cruces y mojones a niños de 10 a 12 años para preparar la sucesión. Tres generaciones recorrían las cruces: mayores, mozos y niños. Actualmente siguen acudiendo los alcaldes, el Notario y varios representantes de cada pueblo. También participan un número variable de vecinos.

Finalizado el recorrido anota las modificaciones que hayan podido sufrir a lo largo de los 9 últimos años, lo firma juntamente con los representantes elegidos ese año y entrega una copia del acta a cada uno de los municipios Terminado esto, los asistentes. Instalados cada cual en su territorio, pero cercanos unos de otros, preparan la comida y la consumen cada uno en su terreno.

Luego viene la hora del ”brindis” y de la confraternización. Este brindis se hace haciendo uso de unas copas de platal de estilo románico. Es la hora de la convivencia y de la fraternidad. Terminado el brindis se reúnen en uno de los territorios, se baila y se canta hasta bien entrada la tarde. Cuando aparece el “fresco” se retira cada cual a su pueblo.

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