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Brañosera retoma el sábado la tradición de cantar las marzas


La Asociación El Fuero de Brañosera continúa con su labor de recuperación de las tradiciones de la Montaña Palentina, esta vez para cantar Las Marzas, una costumbre propia de muchos pueblos de la zona cantábrica. La cita será el sábado en la Casa Concejo, donde alrededor de una buena merienda se recuperarán estas Marzas como año tras año los mozos venían haciendo para despedir al invierno y dar la bienvenida a la primavera. A continuación, habrá una ronda por los bares y restaurantes del pueblo.La palabra de las Marzas proviene del latín Kalendae Martiae y tiene una tradición de siglos, probablemente incluso anterior a la llegada de los romanos a la península. Como su propio nombre indica, son cantos que se celebran en el mes de Marzo (último día de Febrero o primero de Marzo), aunque hay otros días como la noche de Nochebuena (día 24 de Diciembre) y Año Nuevo y Reyes (1 y 6 de Enero) en que también se celebran.
Los grupos estaban constituidos por varones solteros que se organizaban en cuadrillas o comparsas que se denominan marzantes o marceros. A veces, cuando había conflictos entre ellos y no salían a rondar, eran sustituidos por cuadrillas de hombres casados. La tradición dice que al anochecer recorrían una por una todas las casas de los vecinos pidiendo el aguinaldo a cambio de los cantos que entonaban. Lo primero que hacían era pedir permiso, comunicándolo oralmente al alcalde, al cura y al maestro del lugar.

Una vez obtenido, los marzantes encabezados por el mozo soltero más viejo, abrían la ronda a base de grandes voces que alertaban a los vecinos para que no se fueran a la cama antes de tiempo. Al llegar a una casa, cuando el dueño abría la puerta, se preguntaba: “¿cantamos, rezamos o nos vamos?” por si en la casa había un enfermo grave o luto reciente. A cambio de sus cantos, los marzantes recibían el dao o limosna, donativo en especie o en metálico que la familia de la casa daba a los mozos. Si los dueños habían sido generosos, se les daba el “buen dao” a base de vivas al vecino donante. Sin embargo, los más tacaños recibían las marzas “rutonas”, dándoles una cencerrada con los campanos que llevaban.

En la actualidad, aunque gran parte de esta fiesta se ha perdido, todavía quedan jóvenes que salen a cantar las marzas en pueblos como Torrelavega, Polanco, Piélagos, valle de Soba y otras localidades cántabras. Incluso en Santander hay un grupo que va recorriendo algunas calles del centro de la ciudad. En Reinosa se celebra desde hace más de treinta años el único concurso de marzas de nuestra región.

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